miércoles, 30 de octubre de 2019

P. Luis Rosario, sdb en "Te estas muriendo"


"Te estas muriendo" 
por el P. Luis Rosario, sdb

¡Ahora sí fue verdad! Con lo que me ha cogido. ¿Por qué ponerme de aguafiestas hablando sobre la muerte? Esa es la dama “influencer” más odiada, a la que todos le salen ansiosamente corriendo como el diablo a la cruz. No vale la pena que sigas leyendo: ¡Apaga y vámonos!

¿Te quedaste? Bien, no sé si conoces la expresión latina: In articulo mortis. Esta locución significa: A punto de morir.

He tenido la experiencia de bautizar a personas, generalmente niños, en peligro de muerte.

En el lugar de los hechos, he tomado los datos que identifican a la persona y al transcribirlo en el libro le he añadido la apostilla: “in articulo mortis”.

Permanentemente también he visito personas que, en su lecho de muerte, esperan firmar con los carmelitas y guindar los tenis. La gente en general no quiere saber de los muertos y menos de la muerte.

Preferimos silenciar este tema. Nos gusta darnos buena vida, organizar pachanga, can, coro, bailar bachata yÖ ¡Cha, cha, cha, qué rico chachacha, vacilón, qué rico vacilón! Todo sazonado con alcohol, droga, sexo “seguro” (como dicen los expertos en la materia, las empresas de preservativos y quienes se ganan la vida incitando al desorden sexual).

Lo cierto es que te estás muriendo, aunque tú no lo creas.  No importa la edad que tengas ni el dinero que hayas acumulado en buena o mala lid. Para que no haya duda, cuando digo que te estás muriendo, no hago excepción de nadie, ni de mí.  Todos, hombres y mujeres, como también la cofradía de devotos fervorosos de la ideología de género: ¡É pa’ fuera que vamos! Es una idiotez creer que puedes llevarte el mundo por delante, porque tienes dinero, poder político o militar, armas, fama o belleza. Buche y pluma no más, mucha espuma y poco chocolate.

En lugar de amolar el machete para la propia cabeza, ya podríamos hacer algo de bien, agarrarnos de Dios y dejar este mundo un poco mejor.

El 2 de noviembre es el día para recordar y poner en oración a nuestros seres queridos que se nos adelantaron.

“Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero” (Sta. Teresa).
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viernes, 25 de octubre de 2019

P. Luis Rosario, sdb en "Mírame a los ojos"

"Mírame a los ojos" 
por el P. Luis Rosario, sdb

¿Me estás mirando? Al levantarme una mañana me acerqué al espejo, como todos hacemos cada día. Empecé a ordenar cuidadosamente  las greñas alborotadas que han resistido al tiempo de mi historia y que rebeldemente se oponen a caer.

Luego froté hacia los lados las cejas, del centro a los extremos; una y otra vez. Estiré con paciencia las telas de mi cara que protestan a diario cuando arranco las raíces de mi barba. Y miré mi rostro, de arriba hasta donde la quijada pierde su nombre.

Pero bueno, ¿Y qué artículo es éste? Ten paciencia conmigo; es que se me ocurrió escribir de estas tonterías y voy a seguir adelante. Si quieres, hasta aquí llegamos, nos decimos “chao” yÖ amigos como siempre. Voy a seguir con esta filosofía barata, pero tan digna de respeto como el experimento del algoritmo del gato del austríaco Erwin Schrˆdinger. ¡Diama, me fui lejos! Es que me acordé de las elecciones primarias.

Volviendo al tema. Después de hacerme un examen maxilofacial frente al paciente espejo y de haberme dado un responsable cepillado de dientes, que nunca falta en el protocolo de atención primaria al iniciar el día, oí una especie de reproche que me hizo perder mi concentración narcisista.

Resonó imperativa una voz que me decía: “¡Mírame a los ojos!”.

 Era el espejo que me recordaba extasiarme en el mundo maravilloso que se esconde en los ojos. Me miré fijamente a los ojos y descubrí el universo en tercera dimensión que hasta el momento había ignorado.

Allí vi mucha luz y entré hasta los tuétanos de mi interioridad a través de ese lente natural que llevo conmigo donde quiera que voy.

Casi no podía despegarme del espejo, donde, ojos con ojos, estaba disfrutando una película jamás imaginada y cuya premier se me ofrecía gratuitamente. Finalmente di un salto hacia atrás y logré desenchufar el éxtasis que me ofrecían los ojos iluminados por el alba que ya dejaba entrar por mi habitación los primeros rayos del sol.

Una voz continúa repicando cual campana en mi interior: “¡Mírame a los ojos!”.

He hecho el propósito de mirarme a los ojos, a mí y a cada persona que encuentro en el camino.
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P. Luis Rosario, sdb en "Se la lució, señor Presidente"

P. Luis Rosario, sdb "Se la lució, señor Presidente"

¡Noooo! No me refiero a las elecciones primarias. Eso es harina de otro costal. Para opinar sobre política y sobre quienes tienen como proyecto de vida ponerse la ñoña o la “ñoñita”, si no me empujan, no me meto. Le hablo de otro asunto ya conocido por usted. En este tema no necesito que me empujen para meterme. ¡Camine... que no me empuje!

Ya han empezado a hacerle algunos reconocimientos, señor Presidente, y vendrán otros. Sugiero a las consagradas “causalistas” y a quienes le hacen coro, especialmente  algunos comunicadores respetables, pero poco respetuosos de la vida; les estoy sugiriendo que le hagan un reconocimiento también por su alta capacidad de aguante, de sepulcral silencio y de resistencia a la embestida de toros enfurecidos, anacrónicos, retrógrados, reaccionarios, fanáticos y otras flores aromáticas con que nos decoran.

No hay que esperar que termine el período de los cuatro años de gobierno para que lo reconozcan como el paladín de la defensa del “derecho” a abortar. Me atrevería incluso a proponerme, de modo honorífico, sin cobrar nada, a elaborar los considerandos y dispositivo de ese reconocimiento. Este ejercicio lo hacíamos cuando cursábamos la carrera de Derecho en la universidad.

Usted se la lució, se la comió, señor Presidente. Ha sido brillante en muchas cosas: continuando lo que estaba bien, corrigiendo lo que está mal y haciendo lo que nunca se hizo. Es cierto que en este último punto del slogan de campaña, en  relación al aborto no pudo hacer lo que nunca se hizo, pero no fue culpa suya, se debió al conservadurismo criollo, especialmente representado  por las iglesias, que todavía piensan que estamos en el Medioevo.

Aunque no pudo hacer lo que nunca se hizo, introduciendo las causales en el Código Penal, por dos veces lo intentó en forma maratónica, obstinada y con un coraje semejante al de los mocanos que somos secos, sacudidos y medidos por buen cajón, a pesar de su origen sureño.

Estamos doblando la curvita de la Paraguay y ya no hay voluntad ni para aprobar el Código Penal ni para introducir las causales en el mismo; si lo intentara nos encontraría siempre de frente, digan lo que digan los demás.

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